Una de las principales ventajas de la medicina nuclear es su capacidad para proporcionar imágenes funcionales en lugar de simplemente estructurales. Mientras que las técnicas de imagen convencionales como la radiografía y la tomografía computarizada muestran la anatomía del cuerpo, la medicina nuclear revela la actividad metabólica y funcional de los órganos y tejidos. Esto es especialmente útil en la detección temprana y el seguimiento de enfermedades como el cáncer, donde los cambios metabólicos pueden ser indicativos de la progresión de la enfermedad.
Uno de los avances más emocionantes en medicina nuclear es el desarrollo de radiofármacos específicos que se dirigen a biomarcadores específicos de enfermedades. Estos radiofármacos pueden unirse a receptores en células tumorales o tejidos dañados, permitiendo una visualización precisa de la enfermedad. Por ejemplo, en el cáncer de próstata, se han desarrollado radiofármacos que se unen selectivamente al antígeno específico de la próstata (PSMA), lo que permite la detección y estadificación precisa de la enfermedad.